Fue una jornada tensa en la precordillera. A sabiendas que no dependían de si mismo se jugaron la opción de luchar por el premio mayor, pero al igual que en el encuentro anterior frente a San Luis de Quillota las dudas parecían imponerse.

Diego Vallejos en el minuto 14 marcaba el 1-0 a favor de los itálicos por lo que complicaba las aspiraciones de los dirigidos por Mario Salas. No lograba encontrar la llave para resolver el puzzle impuesto por el rival que se sentía más cómodo en la cancha.

La esperanza comenzó cuando se comenzó a saber que O’Higgins estaba perdiendo frente a la Universidad de Concepción, por lo que sabían que esta ocasión no la podían desaprovechar.

Y para ello, Mario Salas volvió a repetir la osada propuesta del encuentro anterior con los ingresos de Nicolás Castillo, Roberto Gutiérrez y Christian Bravo, sacrificando a Diego Rojas. Sumando a José Pedro Fuenzalida, la UC pobló la zona ofensiva para dar el zarpazo final.

Con la adrenalina alta no estaban las ideas. Jugando a una alta velocidad, no lograban generar peligro al arco defendido por Joaquín Muñoz. Pero la derrota de O’Higgins invitaba a ir por la gloria.

Cuando se tranquilizaron, lograron llegar a la igualdad en el minuto 70 cuando una jugada asociada terminó con una habilitación para David Llanos quien con un remate cruzado dejaba el marcador igualado. Pero no bastaba.

Con un equipo jugado en ataque. Felipe Mora pudo haber convertido la fiesta cruzada en tragedia, pero no definió bien. Y en los 84 minutos, nuevamente apareció Llanos por la banda izquierda, envía el centro para que José Pedro Fuenzalida con golpe de cabeza desatara la locura en San Carlos dejando el 2-1 a favor.

Asunto sellado y sólo había que esperar el desenlace en Rancagua. Minutos de tensión que terminó en una fiesta. Cuando se pensaba que se iba a repetir las finales perdidas en los últimos años, esta vez la UC de Mario Salas logró levantar la anhelada undécima estrella.