• Con la puesta en marcha de la ley de inscripción automática y voto voluntario, el padrón electoral aumentó de tal forma, que podría cambiar el curso de la política comunal. Todo está en manos de los nuevos votantes.

Por Marysol Bustamante.-

Según datos del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) en la comuna de Viña del Mar hay 71 mil votantes entre 18 y 29 años, y en Valparaíso el número aumentó en un  552%. El poder electoral de estas cifras es tal, que podría revertir el resultado de este domingo 28 de octubre e incluso, si comparamos con las elecciones de 2008, el padrón es completamente diferente gracias a la inclusión de los jóvenes a través de la ley inscripción automática y voto voluntario. Pero, la disposición para hacer efectivo el voto en las urnas crea un escenario por decirlo menos, impredecible.

Durante las semanas previas a las elecciones, dirigentes juveniles han llevado el tema de la participación de los nuevos votantes a la prensa. Eloísa González, dirigente de los secundarios llamó a no sufragar a través de la campaña “Yo no presto el voto”, coronada por la toma del Injuv. Luego, dirigentes como Camila Vallejo y Gabriel Boric consideraron tal acción como un acto irresponsable, ya que según palabras de la subsecretaria de la Fech publicadas en The Clinic“ “es la única forma de sacar a la derecha de los municipios”.

El ir y venir de declaraciones de los más altos dirigentes de esta generación evidencia el clima  de cuestionamiento electoral en el sector 18 a 29 años hacia las autoridades, al sistema político  y más aún, al efecto de su voto en el recambio municipal, ya que la mayoría expresa que los candidatos “no los representan”.

Nataly Espinoza, ex dirigente estudiantil de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, quien participó en el apogeo del movimiento estudiantil del 2011, explica que  antes de comenzar a debatir que “hay que hacer una diferencia en el estrato social juvenil, pues creo que en los sectores socioeconómicos altos la participación será mayoritaria ya existe un interés de clase que defender, dicho voto es útil pues permite mantener el status quo; en cambio en estratos de clase baja no hay una visión de utilidad al no existir alternativas – o muy pocas que vale la pena saludar – representativas de la clase, que emerjan por fuera del duopolio político-empresarial que representan la Concertación y la Alianza”

Espinoza señala que el desinterés por las votaciones no es exclusivo de esta época. “El desinterés juvenil no es nuevo, históricamente sectores políticos han querido captarlo, teniendo un auge de participación durante el 89 cuando se concebía como instrumento de poder y se tenía la esperanza de estar cambiando el rumbo del país. Hoy creo que no es así, me parece que habrá una baja participación no por una baja conciencia política, sino por la concepción de si éste es la real herramienta política que necesita el Chile del siglo XXI, que incida y permita transformar”.

“No iré a votar”

Entrevistamos a cinco jóvenes universitarios de distintos planteles y carreras. Pese a la búsqueda, no fue posible encontrar a uno que estuviese decidido a ir a sufragar el domingo por algún candidato a alcalde o concejal por sus respectivas comunas.

Gabriel Ibáñez estudia Ingeniería en Minas en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Sostiene lapidariamente que no votará el domingo 28 de octubre porque no le interesa. No se acercará a las urnas, ya que, “da lo mismo si es de derecha izquierda o centro, son todos corruptos. Pelean ante los medios, dan declaraciones  cruzadas y después se toman las piscolas todos juntos. Demasiada inconsecuencia”.

Otro punto importante es la representatividad. Javier Vera, estudiante de Biología Marina tampoco irá a votar porque a su juicio “los políticos no representan mi opinión”. Al preguntarle por cómo sería un candidato que lo representara, dice que “no existen, si todos los políticos no hacen nada por nadie”.

Eduardo Torrijo estudia derecho en la Universidad de Valparaíso. Al preguntarle si irá a votar el domingo y por qué, responde: “Facilísimo. No está en mis planes votar porque estoy aburrido de la «institucionalidad», en el sentido que los grupos políticos no me satisfacen y votar sería validar un sistema de gobierno que está viciado por los malos usos y la politiquería barata que nos ofrecen los actuales candidatos”.

Marlene Chacón estudió en Valparaíso en la PUCV. Es de San Felipe y pensó en cambiarse para votar en la ciudad que la albergó durante sus años universitarios. Sin embargo, y a pesar de que estaba en sus planes hacerlo, no los concretó. “Ese día trabajo, por lo que no podré votar. Pero si pudiera lo haría: “por ejercer el derecho a voto, pero yo creo que no sabría por quién votar, porque ni aquí  (San Felipe) ni en Valparaíso hay nadie que me convenza”.

Con esta respuesta, Marlene reflexiona y reformula su respuesta. “Ahora que lo pienso, quizás no votaría…porque son tipos sin representatividad, donde sus ideas se basan solo en descalificar a la administración anterior o las propuestas de los otros candidatos no me dan confianza”.

Felipe González de la Universidad de Chile tampoco ejercerá su derecho a voto, debido a que “creo que la mayoría de las personas que hoy están en la política lo hacen para ganar plata y no por servicio público”.

 

Opinión de especialistas

 

Desconfianza en los candidatos, en sus propuestas, en los partidos que representan y una dura crítica a la institucionalidad actual son los argumentos de los jóvenes para que, pese a la existencia del voto voluntario e inscripción automática podría darle aires a la política, no es visto como un instrumento transformador.

María Teresa Romero, cientista política, comenta que las respuestas de los jóvenes entrevistados “demuestran que las criticas son transversales y consensuadas, sin embargo hay mayor conciencia desde el movimiento estudiantil y social que  contribuyen a aumentar la cultura cívica, por lo tanto la tendencia debería ser a manifestarse  en las urnas. Igual habrán elecciones aunque ellos no voten”.

Luis Thielemann, magíster en ciencias políticas en la Universidad de Chile explica por qué no ha sido suficiente la vigencia de la ley de inscripción automática, y ejemplifica con el llamado que hizo Tellier a las juventudes comunistas para que votaran en las municipales: “Es difícil hacer entender a un desconfiado campo popular que se está en contra del mismo instrumento que se usa para alcanzar el poder, en nombre de reformarlo. No es que no se pueda, sino que es poco creíble”.

Es decir, que usar el mismo medio de siempre para al menos, cambiar las autoridades de los municipios con las herramientas de poder ampliamente criticadas por el sector que aumentó el padrón electoral –jóvenes entre 18 y 29 años-  no es creíble.

Thielemann alude a los movimientos sociales, no sólo el de los estudiantes, sino otros como Aysén y los subcontratistas de Codelco, y explica que, pese a la efervescencia que mostraron, tampoco plantean una alterativa. “En sí mismas, las organizaciones sociales que tienen una vitalidad superior a las burocracias de antaño, viven y funcionan con buenos niveles de democracia. Su superior movilización se demostró en las recientes elecciones de la CUT. Pero los sectores políticos de ese campo que llaman a no votar o a anular, no son capaces de perspectivar con la misma elocuencia una alternativa creíble, madura, que sea superior al momento electoral. El problema es que no se ofrece una salida política, que le sirva al elector común y corriente de alternativa al voto, para extender esa democracia al campo que se le critica: el municipio, al parlamento o al gobierno”.

En relación a la coyuntura del 2011, y a la critica articulada desde los movimientos sociales, pasando por el estudiantil, Espinoza explica que ”justamente creo que el 2011 se criticó a los cimientos del sistema político: sistema binominal, crisis institucional, baja confianza en partidos políticos, etc. donde tanto Concertación como Alianza coinciden en el rumbo que debe caminar Chile. El desinterés va más allá del movimiento social actual. Si bien podríamos mencionar la baja educación cívica que se tiene en el país y la alta desigualdad social que sin dudas son agentes responsables de aquello, creo que lo esencial se da por su deslegitimación como instrumento de poder para transformación efectiva de la sociedad, esto tanto en sectores jóvenes como no jóvenes. Voto que es parte de una democracia antipopular, que como práctica cívica es más bien nominal pues no se percibe como un vehículo de cambios a las necesidades cotidianas de los ciudadanos”.

Cultura cívica

Por su parte, Romero, comenta que según lo que ha visto en las aulas, hay una mayor disposición a votar, pero que existe una paradoja “hoy conversaba con mis alumnos, y criticaban que en ningún cartel aparece el partido del candidato, ‘por último  así uno sabe de qué tendencia son’ decían, pero  por otro lado dicen que no están ni ahí con los partidos, pero siempre van a votar por un partido, no creo que exista una democracia sin partidos en este momento”.

Asimismo, comenta que la ley de inscripción automática facilita el voto en cuanto al trámite de inscribirse en el servicio electoral, pero que en relación al voto voluntario y para efectivamente, votar, hace falta cultura cívica: “Tengo mis dudas. La inscripción es relevante, reducir tramites es bueno pero el voto voluntario es complicado para una sociedad que no tiene un alza en cultura cívica, donde no hay claridad de tanto de los candidatos y programático, es la lejanía con el voto”.

Siguiendo la misma línea, la falta de cultura cívica y la identificación de los candidatos con los partidos políticos afecta directamente en la decisión de levantarse el domingo para ir a votar. “En  la mayoría hay mas disposición a votar independiente de la postura,  pero en el voto voluntario si llueve el domingo no sé si irán, es un tema de cultura cívica, tiene más posibilidades de decir ‘para qué, si va a salir igual’. Hay un tema de fondo que tiene que ver con el poco conocimiento con respecto a la dimensión de la política,  porque no muestras de dónde eres”.

El domingo 28 de octubre, además de ver si los actuales concejales y alcaldes sellarán su estadía en el municipio o no, será la bienvenida para el voto voluntario, que busca aumentar la participación y que eventualmente, podría cambiar cualquier resultado. Un hito histórico que marcará el primer precedente para el próximo escenario, que serán las elecciones presidenciales.

Pablo Mardones, El Mercurio / Archivo